TRABAJO PRÁCTICO #5 – DE MENDIGO A PRÍNCIPE
LAGARTOS EN EL PALACIO
NOMBRE: ELIAS GIGENA ENTREGADO: 6 DE JUNIO 2025
NUEVO NOMBRE, NUEVO DESTINO
- ¿Cuáles son algunos de los nombres, positivos o negativos, que te han dado a lo largo de su vida?
¿Cómo han afectado estos nombres la forma en que te percibes a ti mismo y respondes a tu entorno?
✅ Positivos: Responsable, líder, generoso, apasionado por Dios.
✅ Negativos: Exigente, rígido, demasiado idealista.
Estos nombres han influido mucho en cómo me percibo. Los positivos me impulsaron a avanzar, pero los negativos a veces me llevaron a la autoexigencia excesiva y a sentirme “nunca suficiente”, afectando mi paz y mis relaciones. - ¿Alguno de estos nombres contradice lo que Dios dice acerca de vos como su hijo o hija? Si es así,
¿Puedes reconocer si estos nombres siguen siendo poderosos en tu vida y si te mantienen cautivo?
Sí. La idea de ser “demasiado rígido o exigente” contradice la identidad de hijo amado y descansado en la gracia. A veces todavía me afectan, llevándome a querer demostrar cosas en lugar de simplemente ser.
¿Por qué y cómo una declaración profética libera gracia sobre nosotros?
Jesús nos dio uno de las explicaciones más claras para esto cuando expresó el siguiente principio espiritual:
¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la
boca. El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del
mal tesoro saca malas cosas. (Mateo 12:34b-35)
Ya hemos visto el principio de Proverbios 4: 23 – la vida fluye del corazón. El corazón es nuestro
centro espiritual, el asiento de nuestros deseos, pensamientos y creencias. El corazón es la dimensión de la vida que interactúa más inmediatamente con el reino espiritual, y es la comunión del corazón con pensamientos deseos y perspectivas celestiales o infernales, que determinan qué tipo de poder espiritual se libera a través de nuestras vidas para dar forma a nuestra realidad.
Como Jesús explicó, nuestras palabras liberan la realidad de nuestros corazones. “Producimos”
cosas buenas o malas a medida que nuestras palabras desbloquean los tesoros de nuestros corazones.
Entonces, ¿qué sucede cuando Dios habla en una declaración profética? Libera el tesoro de su corazón, el poder de su propio ser y naturaleza, que también es su gracia, en nuestras vidas. Gracia es más que el favor inmerecido de Dios. Es el poder operacional de Dios.
Una vez que supe mi nuevo nombre, tuve acceso a la gracia que necesitaba para comenzar a
caminar en una nueva identidad. Es fundamental que todos oigamos el nombre que el Señor
nos ha dado y que permitamos que ese nombre defina nuestra identidad. (Vallotton, 64-65)
Los nombres en las Escrituras siempre son significativos, y en general significan dos aspectos
principales de la identidad de una persona: la relación y la naturaleza. Cuando Dios declara un nombre sobre vos, Él está liberando la gracia para que madures en tu relación con Él y que se expanda en tu naturaleza para que puedas ser más como Él. O más específicamente, cuando Dios libera su gracia en tu vida, en realidad se está liberando a sí mismo, y cuando él se libera en vos, si lo recibís, tu vida no puede convertirse en otra cosa que no sea una mayor expresión de quién es Él. - Piensa en los nombres que te ha dado Dios a través de Su Palabra o palabras proféticas. ¿Qué revelan sobre tu identidad y relación con Él? ¿Cómo han impactado tu vida?
Dios me ha llamado: hombre fiel, hijo amado, líder del Reino, pastor según Su corazón, hombre de fe y fuego.
Estos nombres me han dado seguridad en mi llamado, valentía para liderar, y descanso al saber que Él me sostiene, no mis méritos.
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ACTUAR POR NUESTRA IDENTIDAD
- ¿Has experimentado estas cosas en tu vida: baja autoestima relacionada con el fracaso en algún área
o desaliento en una carrera que no te satisface? Si es así, ¿cómo has manejado estas situaciones?
¿Dirías que estas experiencias están relacionadas con el tema de la identidad y de ser así, ¿Cómo?
Sí, en etapas de mucho desgaste ministerial. En ocasiones siento el sindrome del impostor. Me sentía insuficiente, que no daba la talla.
Lo he manejado volviendo a la intimidad con Dios, recordando que mi identidad no depende de mi desempeño, sino de ser hijo. Totalmente relacionado: cuando olvido quién soy en Él, empiezo a intentar “hacer” para “ser”, y eso desgasta.
A medida que interactuamos con nuestro mundo y los que nos rodean, todos asumimos diversos roles e identidades. Pero cuando la persona que nos pensó en primer lugar nos llama, lo primero que quiere que sepamos es quién es Él y qué ha hecho por nosotros. Nos ha redimido, nos ha dado un nombre y le pertenecemos a Él. Nuestra identidad fluye de nuestra relación con Él. (Isaías 43:1)
Cuando venimos a Cristo, tenemos que hacer un gran cambio en nuestra manera de pensar, un
cambio que nos lleva a dejar de pensar que nuestra identidad fluye de nuestro comportamiento. Lo
hemos tenido al revés todo este tiempo: nuestro ser no fluye de nuestro hacer, sino que nuestro hacer fluye de nuestro ser.
Una de nuestras principales preocupaciones en la conversión es cambiar nuestro comportamiento,
dejar de pecar. Pero el pecado no puede tratarse a nivel de comportamiento. Debemos ser cambiados
en nuestra naturaleza y en nuestra relación con Dios primero, y esto es precisamente lo que hizo la
Cruz. Es por eso que necesitamos un nuevo nombre, y recibimos ese nombre antes de que podamos
comenzar a actuar congruentemente con esa nueva identidad. Si no recibimos ese cambio de nombre, estaremos atrapados en la identidad de nuestros nombres antiguos:
Si nosotros aún creemos que somos pecadores, seremos incapaces de acceder a la gracia para vivir
como santos e intentaremos realizar buenas obras para merecer el perdón. (Vallotton, 67) - ¿Ha habido períodos en tu vida como cristiano en el que has luchado para romper un patrón de
comportamiento pecaminoso? ¿Cómo está relacionado el aprender a caminar en libertad con abrazar la identidad de un santo en tu vida?
Sí, en etapas de mucho desgaste ministerial. Me sentía insuficiente, que no daba la talla.
Lo he manejado volviendo a la intimidad con Dios, recordando que mi identidad no depende de mi desempeño, sino de ser hijo. Totalmente relacionado: cuando olvido quién soy en Él, empiezo a intentar “hacer” para “ser”, y eso desgasta. - Según tu experiencia, ¿La Iglesia ha reforzado la idea de que, como creyentes, somos pecadores o
santos? ¿Ha reforzado la idea de que somos perdonados o de que debemos esforzarnos para merecer el
perdón?
Creo que a veces, sin querer, la Iglesia ha reforzado más la idea de que “seguimos siendo pecadores”, cuando la Biblia enseña que somos santos que pueden pecar, pero no son definidos por eso.
También he visto mucho énfasis en “esforzarse” en lugar de vivir desde el perdón ya otorgado. Necesitamos predicar más la gracia que transforma.
PEQUEÑOS CRISTOS
Anteriormente respondiste una pregunta sobre las palabras que Dios ha hablado personalmente en
tu vida. Es de vital importancia que recibamos estas palabras personales de parte del Señor: estas
palabras son parte de tener una relación real con Él. Pero también debemos ser conscientes de los
nombres que todos compartimos como miembros del Cuerpo de Cristo. Estos nombres son los
cimientos de nuestra identidad y dan forma a cómo nos relacionamos con Dios y con los demás.
¿Cuál es el significado de ser cristiano, un “pequeño Cristo”? Significa que Dios nos ha dado un
nuevo nombre que lleva una nueva identidad, una nueva naturaleza y una nueva relación con Él, y ese
nombre es Cristo. Pablo expresó este intercambio de su antigua identidad por la de Cristo cuando dijo:
Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, más vive Cristo en mí; y lo que ahora
vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por
mí. (Gálatas 2: 20)
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Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; porque todos los que habéis sido
bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos. Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni
libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. (Gál. 3:26-28)
Dejen de mentirse los unos a los otros, puesto que han desechado al viejo hombre con sus
malos hábitos, y se han vestido del nuevo hombre, el cual se va renovando hacia un verdadero
conocimiento, conforme a la imagen de Aquel que lo creó. En esta renovación no hay
distinción entre griego y judío, circunciso e incircunciso, bárbaro, Escita, esclavo o libre, sino
que Cristo es todo, y en todos. (Colosenses 3:9-11)
Todas las cosas que solían definirnos antes de venir a Cristo, nuestra etnia, género, religión o
estado económico, ya no pueden hacerlo. Lo único que nos define ahora es la Persona de Jesucristo.
Recordalo, este nombre define nuestra relación con Dios, nuestra naturaleza.
En los versículos de Gálatas, Pablo dice que debido a que “nos hemos vestido de Cristo” ahora
tenemos la misma relación con el Padre que él. Somos hijos. Y en Colosenses, dice que nos hemos
puesto “el nuevo hombre”, Cristo, y por lo tanto nuestra naturaleza es un reflejo de aquel que nos creó.
La idea de que las cosas que solían definirnos ya no son relevantes, no solo tiene implicaciones
significativas sobre cómo nos vemos ante Dios, sino unos a otros. Cuando miramos a otro creyente,
debemos ver a Cristo. Y así, debemos tratarnos unos a otros como trataríamos a Cristo. (ver Mateo 25).
- Entonces la pregunta es, ¿Cómo estás tratando a Cristo en tus hermanos y hermanas espirituales?
¿Cómo el recordar que Cristo está en ellos cambiaría tu comportamiento?
Creo que muchas veces los trato con amor, pero reconozco que a veces el juicio o la crítica sutil aparece.
Recordar que Cristo habita en ellos me desafía a honrarlos más, ser más paciente, valorar su proceso y tratarlos como trataría a Jesús mismo. ¡Esto transforma mis relaciones!
EN SU NOMBRE
Cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús, y cómo éste anduvo haciendo
bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él. (Hch. 10:38)
El nombre Cristo significa “ungido” y del mismo modo, la unción del Espíritu Santo y el poder es la
clave para caminar en nuestra identidad como pequeños cristos, como hijos de Dios. Como dijo Pablo:
Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. (Rom. 8:14)
¿Cómo se ve ser guiado por el Espíritu de Dios? Ser guiado por el Espíritu Santo es parecerse a
Jesús. O como Jesús dijo, una de las cosas que lo refleja es hacer cosas “en su nombre”.
Debemos bautizar a las personas en su nombre. Debemos pedirle al padre cosas en su nombre. Debemos
reunirnos en su nombre.
Cuando hacemos cosas en su nombre, estamos literalmente haciendo lo que haría Cristo (en
realidad Él está haciendo) en la situación. El Espíritu Santo es quien nos unge para hacerlas.
Es el espíritu de Dios que descansa sobre nosotros lo que nos viste con la capacidad de hacer cosas
en el nombre de Cristo. La evidencia de esto es que provocamos el mismo tipo de respuestas que Jesús
provocó a través de su ministerio en quienes nos rodean, incluido el reproche.
- Piensa en cosas que has hecho en nombre de Jesús. ¿Cuáles fueron los resultados de estas acciones?
He predicado con Su unción y he visto corazones quebrantarse y venir a Cristo.
También he acompañado procesos pastorales y he sentido cómo el Espíritu Santo daba sabiduría y amor más allá de mi capacidad humana.
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El Libro de los Hechos registra cómo los primeros creyentes recibieron la unción del Espíritu Santo y
comenzaron a hacer cosas en el nombre de Jesús. Después de Pentecostés, lo primero que leemos es
sobre la curación del hombre cojo en la Puerta Hermosa, que Pedro explicó así:
… Y por la fe en su nombre, a éste, que vosotros veis y conocéis, le ha confirmado su nombre;
y la fe que es por él ha dado a éste la completa sanidad en presencia de todos vosotros.
(Hechos 3:12-13,16)
Esta declaración revela algunas de las dimensiones de lo que significa para nosotros hacer cosas en
su nombre. No se trata de decir el nombre de Jesús, ni de tratar de hacer las cosas que Jesús hizo. Todo
se reduce a recibir la fe que viene a través de Él, que es algo a lo que solo tenemos acceso si estamos
en relación con Él.
CONCLUSIÓN
En Juan 16, Jesús explicó a sus discípulos que cuando ascendió al Padre y el Padre envió al Espíritu
Santo, el trabajo del Espíritu Santo era decirles todo lo que Jesús estaba diciendo. Al hacerlo, prometió
que tendríamos acceso a la misma fuente de la que fluía el ministerio de Jesús. La clave del ministerio
de Jesús fue que hizo todo lo que vio hacer a su Padre y dijo lo que dijo su Padre.
El Espíritu Santo nos permite escuchar y ver lo que Jesús está haciendo para que podamos
conocerlo, llegar a ser como Él y asociarnos con Él en lo que está haciendo. Entonces realmente
podemos llevar su nombre y hacer cosas en su nombre.
Pasa algún tiempo hoy pidiéndole al Espíritu Santo que abra los ojos y oídos de tu corazón para
escuches y veas lo que Jesús está haciendo y te atraiga más profundamente a la comunión con Él.